Proyecto sarandí




La frase que elegí para este proyecto fue "ama el color, toma el riesgo, sé curioso", y junto con Martín, mi cliente, logramos plasmarla en cada rincón de su nuevo hogar.
Martín compró su departamento y, en menos de un mes de la compra, me contactó buscando un cambio radical. El espacio era antiguo, y los arreglos improvisados que habían hecho con el tiempo no sólo no ayudaban... sino que empeoraba la estética general. Como muchos departamentos con historia, necesitaba una transformación profunda para convertirse en un verdadero hogar: uno con identidad, con memoria y con alma.
Al principio, Martín no tenía claro qué quería ni cómo lo quería. Solo tenía una certeza: quería incluir objetos con valor afectivo que habían pertenecido a su madre y su abuela, dos figuras muy importantes en su vida. Ese fue nuestro punto de partida. El resto lo fuimos descubriendo juntos, a través de una entrevista en la que terminé haciéndole entre 30 y 40 preguntas (¡sí, de verdad!). Porque así es como empiezo cada proyecto: escuchando.
Con esa información, le propuse un diseño que fusionara una estética vintage colorida con una base contemporánea de líneas simples y tonos neutros. Así encontramos un equilibrio entre lo emocional y lo funcional, entre lo vibrante y lo sereno.
Durante nuestras charlas, me dejó claro algo más: aunque el departamento era pequeño, no quería resignar descanso ni comodidad. No le gustaban las camas rebatibles ni los sofás cama, y si los tuviera, probablemente nunca los usaría correctamente. Entonces pensé una solución distinta: crear dos zonas bien definidas —dormitorio y living— separadas por un pilar de durlock que además funcionara como respaldo de cama y soporte eléctrico. Sobre ese pilar diseñé una estructura de hierro con vidrios repartidos que ayuda a dividir sin bloquear la luz natural, logrando así un espacio funcional, cómodo y luminoso.
También sumamos una barra de apoyo, perfecta para sus días de home office. Porque cuando el diseño se adapta a tu rutina, se convierte en un aliado.
Finalmente, nos animamos a una combinación cromática arriesgada: naranja y azul. Los muebles de cocina a medida en azul se convirtieron en protagonistas sin saturar el espacio. El estante en madera paraíso, la mesada blanca y las paredes gris perla generaron un equilibrio armónico y dinámico. El color está presente, sí, pero no cansa: acompaña.
Este proyecto fue una exploración compartida entre el pasado y el presente, entre la memoria y el diseño. Una prueba de que arriesgarse puede dar lugar a algo mucho más auténtico.