“Ama el color, tomá el riesgo, sé curioso.”

Esa fue la frase que guio este proyecto —y junto a Martín, logramos que su nuevo hogar la reflejara en cada detalle.

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Martín acababa de comprar su departamento y quería un cambio total. El lugar tenía historia, pero también años de parches y arreglos improvisados que lo habían dejado sin alma. Nuestro desafío fue devolverle vida, identidad y calidez.

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Al principio no tenía del todo claro qué quería, solo sabía que necesitaba conservar algunos objetos con valor afectivo: recuerdos de su madre y su abuela. Ese fue nuestro punto de partida. A partir de ahí, nos embarcamos en un proceso de descubrimiento: charlas, muchas preguntas y una búsqueda compartida para transformar el espacio en algo realmente suyo.

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Diseñé una propuesta que fusiona lo vintage con lo contemporáneo, combinando colores vibrantes y líneas simples. Un equilibrio entre lo emocional y lo funcional, entre lo que fue y lo que empieza a ser.

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Este proyecto fue una exploración entre el pasado y el presente.
Una muestra de que cuando te animás a transformar tu espacio, también transformás tu forma de habitarlo.